
Allá voy, a coger el metro como todas las mañanas, y a mi pequeña tienda de vinilos. Las mañanas son agradables, con frío y gente amable de vez en cuando. Algunos no tienen ni puta idea de música, pero se agradece cuando viene gente con gustos exquisitos. Pasan las horas, la gente y la velocidad por mis dedos. Y ya es de noche, la hora de la misma historia de siempre, o eso creía.
Cuando llegué a casa me desnudé nada más entrar en casa, y allí estaba Alec, mirándome fijamente, con su odio de ojos verdes. Como todas las noches, me preparaba un café, con mis curvas volando por toda la habitación y mi espalda retorcida de placer de lo cachonda que estaba sólo pensando que me miraba.
- Me das asco – me decía mientras se acercaba.
Nunca nos sonreíamos, y era verdad, le daba asco. Pero asco con cariño al fin y al cabo, tres años con él han servido para cogernos asco y meternos mano con cada parpadeo. Y le besé, le besé con todo mi asco posible. Aquella noche no sé si quería la misma historia de siempre, pero esa noche supe que era la última noche de la misma historia de siempre. Me senté y él en silencio se marchó a su habitación. Nunca supe si le daba asco en invierno.
1 comentarios:
Yo tambien tengo el pelo oscuro y los ojos verdes, pero puedo tenerlos del color que tu quieras ;) no me importaria compartir tus ascos jeje
Besos guapa.
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